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Contribución del Partido Comunista de Grecia (KKE) en el 22º Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros (EIPCO) en La Habana

de Giorgos Marinos, miembro del BP del CC del KKE

 

 

Queridos camaradas:

Celebramos el 22º EIPCO superando las dificultades de la pandemia y nos reunimos aquí, en La Habana, para continuar el esfuerzo que se inició en 1998 en Atenas, y que viajó en los años siguientes a muchas regiones del mundo.

El Partido Comunista de Grecia saluda a los Partidos Comunistas que participan y agradece al Partido Comunista de Cuba la organización del 22º EIPCO y su hospitalidad.

Expresa su solidaridad internacionalista permanente con el Partido Comunista de Cuba y el pueblo cubano, que actualmente se enfrenta a graves dificultades económicas.

Condena el imperialismo estadounidense y sus aliados, el bloqueo inaceptable de 62 años impuesto a la isla de la revolución para socavar sus conquistas. Denuncia la campaña anticomunista y las acciones contrarrevolucionarias orquestadas. Exige el fin del bloqueo imperialista y de toda forma de intervención en los asuntos internos de Cuba. 

La lucha de Fidel, de Che y Raúl y de los demás revolucionarios, la heroica lucha armada, la victoria de la revolución el primer de enero de 1959, la proclamación de su carácter socialista y la larga lucha contra el imperialismo, inspiran a los pueblos.

El 22º EIPCO se celebra en condiciones de desarrollos muy peligrosos. 

El sistema capitalista está marcado por la intensificación de las rivalidades que conducen a las guerras e intervenciones imperialistas, la intensificación de la explotación, la expansión de la pobreza y el desempleo, las oleadas de refugiados e inmigrantes que buscan un futuro mejor.

Los pueblos sufren por la carestía insoportable, los bajos salarios y pensiones, la pobreza energética. La pandemia ha puesto de manifiesto el carácter de clase de los Estados burgueses y la deficiencia de los sistemas de salud pública, los trágicos resultados de la política de comercialización. Nuestro partido valora especialmente las medidas adoptadas por Cuba durante la pandemia para proteger la salud y la vida de su pueblo, y su contribución internacionalista.     

La llamada "transición verde" con el pretexto de salvar el medio ambiente, así como la llamada 4ª revolución industrial, son las herramientas modernas del capitalismo para la explotación del capital acumulado, al servicio de los intereses de las clases burguesas que recrudecen el ataque contra los pueblos e intensifican la explotación de la clase obrera.

El fortalecimiento de la lucha de los comunistas por el derrocamiento de la barbarie capitalista es una tarea especialmente importante, y en este sentido queremos plantear algunas cuestiones fundamentales de importancia estratégica que conciernen al movimiento comunista, en cuyas filas se desarrolla una intensa y necesaria lucha ideológica y política. Nos referimos a esto, estimando que las nuevas condiciones de la lucha de clases y la confrontación con el capitalismo han creado grandes exigencias y el movimiento comunista va a la zaga. Su reagrupamiento y el logro de la unidad ideológico-política seguirán siendo un deseo si no se reexamina su curso con los principios revolucionarios, la teoría marxista-leninista y la valiosa experiencia de la Revolución Socialista de Octubre como brújula.  

El KKE trata de contribuir a esta causa y, al mismo tiempo, trata de aprovechar las posibilidades de desarrollo de la acción conjunta de los partidos comunistas y obreros. Sin embargo, cabe señalar que la exhortación "a avanzar en lo que nos une y dejar lo que nos divide" embellece la situación y actúa como un obstáculo para la necesaria y sustancial discusión para extraer conclusiones de los retrocesos contrarrevolucionarios y la crisis del movimiento comunista. Impide la identificación de las causas, los problemas y los errores, cuyo estudio es necesario para reforzar la lucha contra cualquier tendencia al compromiso con el sistema, contra el oportunismo, y para intensificar los esfuerzos para conquistar una estrategia revolucionaria unificada contra los monopolios y el capitalismo.

En primer lugar, la guerra imperialista en Ucrania, entre Estados Unidos, la OTAN y la UE, contra la Rusia capitalista, manifiesta las graves consecuencias de la contrarrevolución y la restauración capitalista que llevó a los pueblos que construyeron el socialismo durante 70 años en el Estado multinacional de la URSS a matarse entre sí por los intereses de la burguesía.     

El combustible de la guerra se acumuló en el período anterior, a partir incluso de la finalización del proceso de derrocamiento del socialismo en 1991 y se encendió:

  • Con la intervención del bloque euroatlántico en Ucrania en 2014, el apoyo a las fuerzas fascistas y profascistas y la imposición de una solución gubernamental acorde con sus intereses. La concentración de fuerzas militares de la OTAN en la frontera rusa y la creación de nuevas bases estadounidenses en la región.
  • Con los objetivos de la burguesía rusa y sus representantes políticos que, tras cortejar a la OTAN y consolidar el poder burgués, promovieron un plan para controlar los recursos naturales de Ucrania y otros antiguos Estados socialistas de la Unión Soviética unificada, en el marco de la unificación capitalista euroasiática, en competencia con los monopolios europeos y estadounidenses. A principios de 2022 denunciamos la intervención de las fuerzas rusas en el marco del Tratado de Seguridad Colectiva en Kazajistán contra las grandes movilizaciones populares.  

Condenamos el régimen reaccionario de Zelensky, los gobiernos ucranianos anticomunistas y nacionalistas que cometieron crímenes contra el pueblo en Donbas, ilegalizaron el Partido Comunista de Ucrania y persiguen a los comunistas, violando los derechos del pueblo ucraniano.

La condena del imperialismo de EE.UU. y la OTAN y de los gobiernos ucranianos no puede justificar la inaceptable invasión de Rusia en Ucrania, la violación de su integridad territorial y soberanía, causando miles de muertes, el sufrimiento del pueblo ucraniano y ruso, y de los pueblos de la región.

La base de la guerra en Ucrania es la competencia por el reparto de los mercados, el control de los recursos naturales, las zonas estratégicas. Es una guerra conducida y dirigida por la burguesía, es imperialista por ambas partes, está dirigida contra los pueblos y existen grandes peligros de su generalización, incluso con el uso de armas nucleares.

Los pretextos que se utilizan por ambos lados tienen como objetivo engañar y manipular a los pueblos. El pretexto de las potencias euroatlánticas de un conflicto entre la “democracia” y el “autoritarismo” no tiene fundamento. Tienen responsabilidades criminales para decenas de guerras imperialistas y entre ellas las guerras en Yugoslavia, Afganistán, Irak, Siria y Libia.

Es engañoso el pretexto que plantean los líderes rusos de la  “desnazificación” y el carácter “antifascista” de la guerra. Los líderes estatales y gubernamentales rusos, que son el resultado de la contrarrevolución y culpables por el saqueo de la propiedad del pueblo soviético, que tienen sus propias responsabilidades graves del fortalecimiento de las fuerzas fascistas en Ucrania, insisten en calumniar provocativamente el aporte inestimable de Lenin y de la gran Revolución Socialista de Octubre, los logros de la construcción del socialismo, se dedican al anticomunismo.

Las fuerzas dirigentes en la Rusia actual que expresan los intereses de los monopolios rusos y son gestores del capitalismo, no pueden identificarse como una fuerza antifascista.

El fascismo es hijo del capitalismo, una reserva de los explotadores de los pueblos, se enfrenta a la lucha obrera y popular organizada y masiva, no encomienda esta tarea a una parte de las fuerzas políticas, a la clase burguesa y su Estado. La lucha contra el fascismo está vinculada con la lucha por la eliminación de las causas que lo generan, con el derrocamiento del sistema capitalista.

Los desarrollos resaltan que la confrontación en Ucrania es parte del panorama de los antagonismos imperialistas que se libran en todo el mundo y señalamos en particular los peligros del antagonismo entre EE.UU. y China por la primacía en el sistema imperialista, el conflicto entre el campo euroatlántico por una parte y el campo euroasiático emergente liderado por China y Rusia.

La actitud de los comunistas ante la guerra imperialista es un asunto crucial. Está determinada por el hecho de que en la época del imperialismo, del capitalismo monopolista, las guerras libradas por las clases burguesas son guerras injustas, imperialistas. Los pueblos están llamados a condenarlas, fortalecer la lucha ideológica, política y de masas independiente para derrocar el poder del capital,  eliminar la explotación capitalista, construir el socialismo-comunismo.

Cualquier desviación de este principio conduce objetivamente a la alineación con los intereses de las clases burguesas, de uno u otro campo de “ladrones”, con consecuencias dolorosas.

Los comunistas se oponen a la atrocidad de la guerra pero no fomentan falsas ilusiones. Determinan el contenido socio-clasista y las condiciones que pueden garantizar la verdadera paz, el desarrollo de la amistad entre los pueblos, dejando claro que en el marco de la “paz imperialista” se intensifican los antagonismos y se crean las condiciones para guerras imperialistas.

La posición que se refiere a la creación de una “nueva arquitectura de seguridad” y la búsqueda de un mecanismo que supuestamente reconciliará los intereses de EE.UU, la OTAN y la UE con Rusia y China para lograr lo que se llama una “coexistencia pacífica”, fomenta falsas ilusiones.

A través de estas teorías se crean falsas expectativas, se ignora la cuestión básica, el enfrentamiento de los intereses de los monopolios y de los Estados capitalistas, que pone su sello en los conflictos económicos y bélicos. Se ha demostrado histórica y teóricamente que ningún acuerdo temporal entre Estados capitalistas, no puede asegurar la paz permanente.

Por ejemplo, los acuerdos Minsk I y II reflejan compromisos temporales y frágiles de un cierto período; se utilizaron de acuerdo con los planes de ambos lados y colapsaron. Lo mismo vale para decenas de acuerdos que fueron utilizados para la distensión de conflictos imperialistas.

Además, la promoción del papel de las Naciones Unidas y del “Derecho Internacional” que se configuró en las décadas anteriores con la intervención de la Unión Soviética al lado de los pueblos, crea confusiones.

Actualmente, la situación ha cambiado. La correlación de fuerzas se ha empeorado dramáticamente, la práctica de EE.UU está vinculada con la promoción de los planes e intervenciones imperialistas de EE.UU y la OTAN, como sucedió en Yugoslavia, Afganistán, Siria y Libia. Resoluciones anteriores de las Naciones Unidas que se formaron gracias a la Unión Soviética y los demás países socialistas, han quedado en un “cajón”, como muestran los ejemplos de la ocupación de Israel en Palestina o la ocupación turca en Chipre que siguen.

En los últimos años, sobre todo después de la formación del grupo BRICS, se ha planteado como solución para asegurar la paz y los intereses populares, el llamado “mundo multipolar” como respuesta al mundo “unipolar” y la primacía de EE.UU.

En esencia, esta teoría llama a los pueblos a renunciar sus propios intereses o identificarles con los intereses de las clases burguesas y los centros imperialistas que compiten con el imperialismo estadounidense por el control de los recursos naturales y los mercados.

Opciones de este tipo conducen al desarme de la clase obrera, cancelan la lucha obrera-popular independiente contra los explotadores, llevan a los pueblos bajo una “bandera ajena”, incluso con pretextos de tipo que “no existen luchas antiimperialistas puras y planes socialistas puros” y que supuestamente se requiere una “alianza de fuerzas progresistas antiimperialistas” incluyendo en estas fuerzas políticas burguesas, a estados y alianzas capitalistas.

En este período, el KKE ha desarrollado una rica actividad contra la guerra, antiimperialista, ha tomado parte en una iniciativa significativa, el comunicado conjunto de cuatro partidos comunistas -el Partido Comunista de los Trabajadores de España, el Partido Comunista de México, el Partido Comunista de Grecia y el Partido Comunista de Turquía- y saludamos la participación de 43 partidos comunistas y 30 organizaciones juveniles que tomaron una posición de principios contra la guerra, destacando su carácter imperialista y sus verdaderas causas.

Nuestro partido está en conflicto con la burguesía, los gobiernos y los partidos que representan sus intereses, con el Estado burgués. Con la política de implicación en la guerra y los planes imperialistas de EE.UU, la OTAN y la UE.

Lucha por el desmantelamiento de las bases de EE.UU y la OTAN en Grecia que se establecieron con el acuerdo de todos los gobiernos burgueses, del partido liberal de la ND, de los partidos socialdemócratas de SYRIZA y del PASOK.

Denuncia que estos gobiernos convirtieron a nuestro país en una cabeza de puente de los EE.UU y de la OTAN, y junto al pueblo exige que se detenga la envío de equipamiento militar a la guerra en Ucrania, que regresen las fuerzas armadas griegas de todas las misiones imperialistas en el extranjero, lucha por la salida de Grecia de la OTAN y la UE, de toda alianza imperialista, con la clase obrera en el poder, con el pueblo siendo el dueño de su país.

El KKE afirma que la lucha por la defensa de las fronteras, los derechos soberanos de Grecia, desde el punto de vista de la clase obrera y de las capas populares, es inseparable de la lucha por el derrocamiento del poder del capital. No tiene nada que ver con la defensa de los planes de uno u otro polo imperialista, la rentabilidad de uno u otro grupo monopolista.

 

 

En segundo lugar, en el movimiento comunista hay una gran discusión, un debate sobre “¿qué es el imperialismo?” y según nuestra opinión hay que continuarla de manera multiforme, en espíritu camaraderil, intercambiando argumentos porque se trata de un asunto fundamental.

La teoría leninista del imperialismo sigue siendo actual y arma a los comunistas cuya tarea es desarrollarla aún más tomando en cuenta la expansión rápida y el dominio de los monopolios actualmente, el papel de los Estados burgueses como base de su acción, la agudización de los antagonismos y de la contradicción básica del sistema entre capital y trabajo asalariado, a un nivel superior.

El imperialismo es el capitalismo monopolista, se basa en las grandes sociedades anónimas, los monopolios, el aumento de la importancia de la exportación de capital en relación con la exportación de mercancías, la creación del capital financiero (como fusión del capital industrial con el capital bancario), la distribución y redistribución de los mercados y territorios.

Estas características no conciernen solamente α los Εstados que están en la cúspide de la pirámide imperialista, son uniformes y conciernen a todos los Estados, tanto los más fuertes como los más débiles, porque la época reaccionaria monopolista del capitalismo es única.

Cada Estado capitalista se incorpora al sistema imperialista y ejerce una política imperialista, según su fuerza económica, política y militar, en una red de interdependencias y dependencias desiguales con cambios y reordenamientos debido a la ley del desarrollo desigual. En la época del imperialismo, todos los estados burgueses están involucrados en los antagonismos por los intereses de sus monopolios.

Por lo tanto, la limitación del concepto del imperialismo a EE.UU y su política exterior agresiva o a la de fuertes Estados de la Unión Europea, va más allá sin fundamento del contenido socio-económico del imperialismo, de la naturaleza reaccionaria del sistema.

El análisis que limita el imperialismo a EE.UU, lleva a conclusiones políticas equivocadas, a posiciones que promueven la alianza de la clase obrera con sectores de sus explotadores, con sectores de la burguesía en el nombre de enfrentar p.ej. el imperialismo estadounidense y asegurar la “independencia nacional”.

Esta opción atrapa a fuerzas obreras-populares y hace que la clase burguesa salga indemne mientras promueve sus intereses en el interior de cada país y en la competencia internacional, y participa en los planes de las alianzas imperialistas

La ley del desarrollo desigual como elemento característico del capitalismo, desarrolla objetivamente relaciones desiguales, algunos Estados se destacan y están en la cúspide de la pirámide imperialista a causa de su fuerza económica, política y militar, pero esto no absuelve a las clases burguesas y los Estados burgueses que ocupan una posición más baja en el sistema imperialista y que buscan mejorar su posición.

La correlación entre los Estados capitalistas cambia. Fuertes estados-acreedores del siglo XX se han convertido actualmente en estados-deudores (p.ej. la gran deuda estatal actual de EE.UU, de Francia e Italia), mientras China es actualmente un estado acreedor. El cambio en el poder de Gran Bretaña en comparación con la India del siglo XX hasta el siglo XXI es uno de los ejemplos más destacados.

Los monopolios que tienen su sede en Grecia controlan la economía y exportan capitales a muchos países. El capital naviero está en la cima del transporte marítimo mundial. La burguesía busca mejorar su papel estratégico, los gobiernos burgueses han enredado al país en la OTAN y la UE, participan en un gran número de misiones imperialistas en el extranjero, y en el reparto del botín.

En tercer lugar, en el marco del capitalismo monopolista se desarrolló el sepulturero del sistema, la clase obrera, la fuerza de vanguardia de la sociedad, el vehículo de las nuevas relaciones de producción socialistas. Se han desarrollado aún más las fuerzas de producción, se han madurado las condiciones materiales para la nueva sociedad socialista.

El capitalismo ha ido más allá de sus límites históricos, está podrido.

Nuestra época es la época de transición del capitalismo al socialismo-comunismo. La contrarrevolución no cambia el carácter de nuestra época. Al contrario, lo confirma. Destaca aún más la agresión del sistema de explotación que se basa en el poder del capital, en la propiedad capitalista de los medios de producción, teniendo como criterio las ganancias.

La contradicción básica entre el carácter social de la producción y el trabajo, y la apropiación capitalista de sus resultados, la contradicción capital-trabajo se está agudizando, está adquiriendo grandes dimensiones y debe resolverse a través de la revolución socialista.

El carácter de la revolución no está determinado por la correlación de fuerzas sino por la maduración de las condiciones previas materiales para el socialismo y la contradicción básica que está llamada a resolver y este es un asunto de importancia decisiva que plantea en nuestros días, (en la época del imperialismo), la necesidad de cambios programáticos enfocando en la cuestión del carácter socialista de la revolución y la lucha por el poder obrero.

Objetivamente, no existe ninguna etapa intermedia entre el capitalismo y el socialismo-comunismo porque no existe un poder intermedio entre el poder burgués y el poder obrero. Toda solución gubernamental en el marco del sistema reproduce el poder del capital y la propiedad capitalista de los medios de producción, y mantiene la explotación de la clase obrera por el capital, la explotación del hombre por el hombre.

Aproximaciones que reflejan, en nuestra opinión, anteriores análisis y decisiones estratégicas erróneas del movimiento comunista sobre “etapas de transición”, “gobiernos antimonopolistas”, junto con la socialdemocracia que probadamente defiende y perpetúa la explotación capitalista, llevan al movimiento a retroceder, y son un factor de la crisis actual del movimiento comunista.

La referencia unilateral al “neoliberalismo” debilita la lucha contra la estrategia del capital que se promueve tanto por la política liberal, como por la política socialdemócrata antipopular, según las circunstancias. Exonera la gestión socialdemócrata del sistema, plantea dilemas falsos y provoca confusión entre las fuerzas populares.

Los llamados “gobiernos progresistas” mantuvieron, como era a esperar, las bases del capitalismo, apoyaron y fueron apoyados por el estado burgués, el poder de los monopolios, se integraron al sistema, impusieron medidas antipopulares y crearon indignación popular, reprimieron movilizaciones populares y socavaron la acción de los partidos comunistas. Dieron espacio a fuerzas reaccionarias que volvieron a gobernar, en el marco de un “círculo vicioso” de alternancia de fuerzas políticas burguesas, gestores del capitalismo.

Este resultado quedó demostrado de manera dolorosa mediante los conocidos “experimentos” en Europa, América Latina, en todo el mundo.

No solo no se registró un cambio en la correlación a favor de los comunistas, a favor de la clase obrera y de sus aliados, sino que en la práctica el movimiento obrero quedó desarmado. Partidos comunistas que participaron en estos gobiernos perdieron su independencia ideológica, política e incluso organizativa.

La larga experiencia nos enseña que la participación o el apoyo de los partidos comunistas en gobiernos de gestión burguesa, incrimina a los comunistas por la perpetuación de la explotación capitalista y daña su credibilidad.

La lucha por el derrocamiento del capitalismo, por el poder obrero es un faro en el trabajo de los comunistas, da fuerza a la lucha de clases cotidiana, plantea la necesidad imperativa del reagrupamiento del movimiento obrero, la formación de una alianza social entre la clase obrera, los campesinos pobres, los trabajadores autónomos, el desarrollo de la lucha antimonopolista-anticapitalista, por el derrocamiento, en oposición a la lógica de la reforma del sistema, de la utopía de la “humanización del capitalismo”.

El KKE en Grecia tiene un papel destacado en la lucha en todos los frentes que conciernen los derechos y las necesidades de los trabajadores y del pueblo, contra los altos precios y la pobreza energética, por Convenios Colectivos, el aumento de los salarios y las pensiones, la salud y la educación, apoya la lucha del Frente Militante de Todos los Trabajadores (PAME) que agrupa en sus filas a cientos de organizaciones sindicales.

En nuestro país se realizan importantes luchas, con conquistas más pequeñas o grandes. En sectores como las construcciones, el monopolio de COSCO en el puerto del Pireo, en grupos como e-food se han firmado convenios colectivos satisfactorios. Desde hace muchos meses han ido organizándose luchas en la fábrica de hierro y níquel (LARKO), en la industria de fertilizantes y de petróleo en la ciudad de Kavala contra los despidos, en la empresa productora de vino Malamatina, en Tesalónica. La clase obrera choca con la represión del Estado burgués.

El PAME agrupa a nuevas fuerzas obreras, logra la mayoría en más sindicatos. Tiene la mayoría o es primera fuerza en cientos de sindicatos, federaciones y centros laborales locales. En total, es la segunda fuerza en el movimiento obrero sindical. En una reunión reciente han participado más de 500 sindicatos. Se está preparando una gran huelga nacional para el 9 de noviembre.

Los comunistas cumplen este papel decisivo en el movimiento de los campesinos pobres, apoyando las reivindicaciones por su sobrevivencia así como las formas combativas de su lucha, como son los bloqueos de carreteras con tractores. Apoyan los trabajadores autónomos de la ciudad en su lucha, a pesar de la correlación negativa en las organizaciones de tercer grado dirigidas por las fuerzas del gran capital.

En las elecciones estudiantiles, la lista apoyada por la Juventud Comunista de Grecia (KNE), surgió como primera fuerza.

Nuestro Partido estudia y combate sus debilidades, trata de ser cada vez más eficaz, pero el hecho de que en Grecia miles de fuerzas obreras-populares que desarrollan su lucha combativamente se debe a la estrategia revolucionaria del KKE, a los lazos fuertes que tiene con la clase obrera, las capas populares, la juventud, la especialización de la intervención ideológica y de masas en las mujeres, se debe a la confrontación ideológica-política con los partidos de la derecha y de con el oportunismo.

En diversos períodos, en diversos países estallan grandes movilizaciones, levantamientos populares, se expresa de manera masiva y dinámica la indignación popular. Los ejemplos recientes en Kazajstán en enero pasado y en Sri Lanka durante la primavera y el verano son característicos y los comunistas tienen el deber de estudiar estos acontecimientos y sacar conclusiones. Estos y otros ejemplos destacan que hoy, en condiciones no revolucionarias, se requiere un trabajo ideológico-político sistemático para la preparación del factor subjetivo (el Partido, la clase obrera y sus aliados), para la perspectiva de la revolución socialista, tomando en cuenta que el período de su manifestación está determinado por condiciones objetivas, el estallido de una crisis que abarca todo las áreas, la economía y los mecanismos políticos y otros mecanismos estatales, es decir la situación revolucionaria.

En cuarto lugar, nuestro partido a través de largos años de investigación centrada en el derrocamiento del socialismo en la URSS, llegó a conclusiones esenciales que enriquecieron su estrategia, su percepción de la construcción socialista.

El socialismo fue derrocado “por dentro y desde arriba”, en las condiciones de erosión oportunista del PCUS, en un curso que trató de confrontar problemas de la construcción socialista, utilizando herramientas capitalistas, elementos del “mercado”, alterando, socavando los principios de la construcción socialista, la propiedad social de los medios de producción y la planificación central.

En este terreno se creó y se desarrolló la capa social cuyos intereses no encajaban en el socialismo y esto se expresó también a nivel partidista y estatal político. La perestroika fue el acto final de este drama.

Consecuentemente es necesario plantear estos temas, abordarlos seriamente y discutirlos.

Aún más en estos días que está en curso un ataque organizado contra los principios de la revolución y la construcción socialista.

Se están aumentando las posiciones que elogian el llamado “socialismo con mercado”, que lleva a la cancelación de los principios de la socialización de los medios de producción y de la planificación central científica, promueve las actividades económicas  de las empresas capitalistas, adopta el criterio de la ganancia, legitima la explotación de la clase obrera por el capital.

Sin embargo, esto no es socialismo sino capitalismo y se destaca de manera imperativa la necesidad, antes de que sea muy tarde, de plantear este tema abiertamente, y que cada partido asuma su responsabilidad.

El KKE se ha posicionado con respecto a China y su curso capitalista, ha documentado su posición de que en China han prevalecido desde hace años las relaciones de producción capitalistas, que predominan y se refuerzan los monopolios en todos los sectores y la fuerza de trabajo es una mercancía, con un alto grado de explotación.

Los monopolios que tienen su sede en China, con el apoyo del Estado, se expanden por todo el mundo, exportando billones de dólares, utilizando la “nueva ruta de la seda” para la penetración de los monopolios en Asia, África, Europa y América Latina, multiplicando las ganancias capitalistas. En este curso surgieron en China más de mil multimillonarios que están en cima de la plutocracia mundial.

Los comunistas han escrito páginas heroicas bajo su propia bandera que es la lucha por el socialismo-comunismo, y esto les dio fuerza, y en este camino también, en el camino de la Revolución Socialista de Octubre, el movimiento comunista puede superar la crisis ideológica, política y organizativa que está experimentando, basándose en el marxismo-leninismo, el internacionalismo proletario, la defensa de los principios de la revolución y construcción socialista, y armonizar su estrategia con las necesidades de la lucha de clases, el reagrupamiento revolucionario.

En este sentido los partidos comunistas deben fortalecerse, construir nuevas organizaciones en las fábricas, en sectores y empresas de importancia estratégica, reforzar sus vínculos con la clase obrera, las capas populares, los jóvenes y las mujeres de origen popular.

En este sentido se puede reforzar la lucha en las condiciones de las guerras imperialistas y de la nueva crisis capitalista generalizada que está ad portas, en los desarrollos complejos que están por delante.

Hoy, cien años después de la fundación de la Unión Soviética lamentablemente no tenemos a nuestro lado tal fuerza de apoyo de la paz y de los pueblos, como fue la URSS,  pero estamos convencidos de que el socialismo es el futuro, la única salida alternativa favorable al pueblo, y los pueblos son la única superpotencia que lo puede llevar a cabo.

29.10.2022